Hace
pocos años se celebró en Italia un debate organizado por un grupo
de aikido en el cual fueron invitadas diferentes escuelas y diversas
líneas de las mismas en algún caso como es la Aikikai.
Las
líneas del debate se desarrollaron entre ¿Cúales fueron las claves
del nacimiento y desarrollo del aikido?, Expansión y
universalización del Aikido y Futuro del Aikido.
El
debate, como muchas veces y en diferentes ámbitos, se desenvolvió
no sin diversos puntos conflictivos entre algunos de los diferentes
ponentes.
La
principal tensión se produjo entre un representante que
podríamos llamar “ortodoxo” de
la Aikikai y otro del Iwama ryu, que tras la reciente escisión (en
aquel momento) de estos
últimos del Aikikai y las tensiones que tras la muerte de Saito
Morihiro sensei se desarrollaron con la familia Ueshiba y el Aikikai
que desembocó en
la posterior salida de Saito Hitohira del
ámbito organizativo de la casa madre.
Los
debates llegaron a cierto punto de acritud con acusaciones más o
menos veladas de traición y de deslealtad desde el
representante “ortodoxo” hacia el representante de Iwama y, a su vez, un
cúmulo de reproches del representante de Iwama ryu hacia el de Aikikai.
Avanzando
el debate en el intervinieron con otras voces y otras situaciones
otros ponentes de diferentes sectores de Aikikai y otras escuelas,
entre ellas, Ki Aikido Italia, dando
opiniones interesantes y observaciones que daban mucho a meditar.
Hacia
el final del debate el miembro “ortodoxo” de Aikikai que había
participado en el tenso debate con el miembro de Iwama ryu,
contestando al ponente de del Ki Aikido y razonando reconocía que fue
lamentable y penosa la perdida del maestro Tohei Koichi cuando
marchó del Aikikai en 1974.
Ciertamente,
fue una ruptura traumática, la salida de Tohei sensei y una parte
importante de maestros de Aikido que lo siguieron.
Tras
la perspectiva que da el tiempo, las cosas se ven de manera muy
diferente. Se puede recordar y leer en algún documento histórico
los enfrentamientos habidos entre Ueshiba Kishomaru (segundo doshu) y
Tohei Koichi (instructor-jefe del honbu dojo) por
las diferencias de enfoque de la enseñaza del aikido pero sobre todo por
conceptos filosóficos básicos.
Después
de cuarenta años de la partida de Tohei sensei para crear una nueva
organización de aikido, la Ki no kenkyukai, ya se han superado
muchas de aquellas tensiones surgidas tras la escisión aunque las relaciones organizativas formales se pueden decir que no existen.
Y
es que el tiempo tiene su valor fundamental, no se siente lo mismo
tras una reciente y traumática separación por dolorosa que sea que
tras un largo periodo de tiempo, eso lo podemos comprender como
personas adultas. La problemática puede surgir si los sentimientos
de ira y rabia se alargan durante un largo tiempo, la búsqueda de
confrontación por una parte hacia la otra parte puede ser un síntoma
de que no se ha cerrado bien la herida, bien
por que no se sabe cerrar, bien porque aun sabiendo, dominar las
emociones es dificultoso o subyace algo más que no se quiere reconocer y la mente sigue buscando enfrentamiento.
Lo
que hace cuatro décadas supuso un fuerte tráuma, tanto
que las tensiones que se crearon llegaron, incluso,
hasta graves amenazas a Tohei sensei por parte de importantes
maestros, hoy con la
perspectiva que tiempo da, se valora de
manera muy diferente lo
perdido y roto.
Llegado
el caso, que familiarmente y por desgracia, suele suceder entre
muchos grupos y organizaciones de Aikido cuando sucede algún tipo de
separación, escisión o rotura de éstos, lo más apropiado sería
el hablar lo menos posible si no hay un dialogo constructivo y con
buena fe de crear una solución para ambas partes o mantener un silencio reparador hasta conseguir crear las condiciones dentro de nosotros con las que conseguir una respuesta aceptable para todos, libre de las cargas anteriores.
El
silencio es un valor que es difícil gestionar, solamente la
meditación puede ayudarnos, pero, si a pesar de ello, siguen
habiendo en nuestro interior sentimientos de confrontación e ira,
sería quizás mejor interiorizar aún más profundamente.
Siendo,
el Aikido, un arte marcial que busca la armonía y se autotitula a si
mismo como el “Arte de la Paz” no deja de ser un contrasentido
todas aquellas luchas y conflictos que se generan en su seno muchas
veces porque la libertad de cátedra y enseñanza es algo congenito
en nuestro arte y a veces choca con otras causas más ocultas.
Si
algo interesante y vivo tiene el Aikido es esa vitalidad y
creatividad, pues siguen surgiendo brotes y ramas que desarrollan el
arte y lo hacen crecer ya que esa expresividad está abierta, como
todas las artes, a nuevas formas que nos gusten o no son nuevas
plataformas donde el gran tronco del árbol del Aikido es cada vez
más frondoso.
No
tenemos que lamentarnos por la “disgregación organizativa”, sino
al contrario alegrarnos por la vivacidad de un arte que se vislumbra
como un gran camino con muchas sendas, más o menos paralelas, pero
de una vitalidad que le confiere al gran árbol del Aikido una bella
exhuberancia.